Muchos autores de temas diversos coinciden en que estamos asistiendo a un cambio sin precedentes en la historia de la humanidad, una verdadera re-valorización del hombre, de nuestro poder para modificar la realidad y para re-inventarnos.
Pero para aprovechar los niveles más elevados del genio y la motivación humana necesitamos un nuevo esquema mental, un nuevo conjunto de habilidades.
O como denomina Stephen Covey, un nuevo hábito.
Este nuevo hábito (el 8vo. Hábito de S. Covey), consiste en encontrar nuestra relevancia personal única, lo que el llama “la VOZ”. Y ésta se manifiesta cuando nos enfrentamos a nuestros mayores desafíos y nos hace estar a la altura de los mismos.
“La voz”, la podemos encontrar en la intersección entre el talento (nuestras fortalezas), la pasión (las cosas que nos motivan e inspiran de una manera única), la conciencia (nuestra guía interior que orienta a hacer lo correcto) y la necesidad (las nuestras y las del mundo).
En cada uno de nosotros existe ese anhelo de vivir una vida de grandeza, una vida de contribución, de poder marcar una verdadera diferencia. Es posible que dudemos de nuestra capacidad para hacerlo, es posible que dudemos de nosotros mismos, pero quiero que sepan que TODOS tenemos en nuestro interior el potencial para hacerlo.
Para descubrir nuestra propia voz, y luego inspirar a los demás a que encuentren la suya, debemos revisar y desarrollar los dones que nos fueron otorgados al nacer.
Tal vez los conozcan con otros nombres o una clasificación distinta, pero creo que más allá de diferencias semánticas, podemos agruparlos en los tres dones de nacimiento más importantes:
1er. Don de nacimiento: La Libertad de elegir
Todos nosotros tenemos la facultad de elegir, somos producto de nuestras elecciones y no de nuestras condiciones (la genética, la cultural, la ambiental, etc.). Si bien la genética, la cultura, la educación, son factores que influyen en nosotros, no nos determinan.
Los seres humanos tenemos la facultad de dirigir la propia vida, podemos elegir el rumbo y tomar decisiones basadas en nuestros principios.
Entonces, entre un estímulo y la respuesta existe un espacio, y en éste radica nuestra libertad de elegir.
Puede que el tamaño de ese espacio sea diferente para cada uno; por ejemplo, si te han criado con cariño, afecto y apoyo, ese espacio es muy grande. Y por el contrario, si tuviste influencias genética o ambientales desfavorables, ese espacio es más pequeño.
Pero SIEMPRE existe, está en cada uno ver cómo utilizamos ese espacio de libertad.
Se que ésta idea puede aterrarnos y hasta sobrepasarnos, y pienso que eso se debe a que esa gran Libertad que poseemos nos impone una fuerte RESPONSABILIDAD.
Y pienso también que esto contrasta con la mentalidad de victimismo y la cultura de la culpa que predominan en la sociedad de éstos días.
La escritora Marianne Williamson dice algo muy claro al respecto:
“Nuestro temor más profundo no es que no estemos a la altura de las cosas. Nuestro temor radica en lo inconmensurable de nuestro poder. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos amedrenta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para tener inteligencia y belleza, para ser alguien fabuloso y con talento? Pero en realidad ¿quién eres tu para no serlo? Somos hijos de Dios. Hacernos los insignificantes no le sirve al mundo. Todos estamos hechos para brillar, como hacen los niños. Hemos nacido para manifestar la gloria de Dios que está en nuestro interior. No está solo en algunos; está en todos nosotros. Y cuando dejamos que brille nuestra luz, damos permiso a los demás para que hagan lo mismo. Cuando nos liberamos de nuestro propio temor; nuestra presencia libera a los demás.”
2do. Don de nacimiento: Los principios o leyes naturales
Los principios son como una brújula que nos sirven para usar con sabiduría el espacio de libertad entre estímulo y respuesta.
Estos principios son universales, trascienden la cultura, la geografía y las religiones; son intemporales y manifiestos.
Dentro de ellos tenemos a la justicia, la honestidad, la amabilidad, el servicio, el respeto y la integridad.
A diferencia de los valores, que son normas sociales (personales, emocionales, temporales) y controlan la conducta; los principios o leyes naturales controlan las consecuencias de nuestra conducta. Por ello digo que son como una brújula, porque marcan “el norte”.
3er. Don de nacimiento: Las cuatro inteligencias
El paradigma del hombre completo nos muestra las cuatro partes de la naturaleza humana: cuerpo, mente, corazón y espíritu.
En correlación con ellas existen cuatro inteligencias que todos tenemos:
Inteligencia mental: la capacidad de razonar, analizar, comprender, usar el lenguaje, etc.
Inteligencia física: corresponde con la capacidad de nuestro cuerpo para autorregularse, para regular el sistema nervioso, el circulatorio, el digestivo y los demás sistema vitales. Nuestro cuerpo explora su entorno y permanentemente lucha por sobrevivir. Y existe una estrecha relación entre nuestro cuerpo físico, nuestras emociones y sentimientos (inteligencia emocional) y nuestros pensamientos (inteligencia mental).
Inteligencia emocional: se trata de la autoconciencia, el conocimiento de uno mismo, la empatía y la capacidad de comunicarnos efectivamente con los demás. Desarrollar la inteligencia emocional es uno de los mayores desafías a los que nos enfrentamos los padres y líderes de todas las organizaciones.
Inteligencia espiritual: es la más importante de todas ya que funciona como la fuente de orientación de las otras tres. Representa nuestra voluntad de conectarnos con algo mayor que nuestro ego, con los demás, con la naturaleza y con el misterio de estar vivos. Nos ayuda a identificar los principios que forman parte de nuestra conciencia. Es lo que usamos para desarrollar nuestra capacidad de sentido, visión y valor, lo que nos diferencia de los mamíferos superiores, en fin, es lo que nos hace humanos. Lo espiritual, a mi entender, es esa realidad más grande, más creativa, más afectuosa, más poderosa, sabia y misteriosa, que la materialista existencia diaria del ser humano.
Entonces, para poder encontrar nuestra relevancia personal única, podemos trabajar y desarrollar las cuatro inteligencias, utilizando nuestra libertad de elegir y basándonos en los principios o leyes naturales.
Yo te invito con humildad y entusiasmo a que busques en tu interior tu propia VOZ, y que puedas brillar y hacer que los demás brillen también. Ese camino es el que te proponemos en el curso de formación de Coaching ontológico.
Facundo M. Echandi
Coach Ontológico | Cocrear Argentina