“Hoy seré el maestro de mis emociones” Og Magdino
Sabemos que un simple hecho basta para que pueda cambiar nuestra emocionalidad… Una noticia que recibimos, algo que nos sucedió o -a veces- solo el modo en que nos contesta alguien, es suficiente para que cambie el modo en que nos sentimos.
Afortunadamente tenemos la capacidad de poder modificar la emocionalidad con la misma rapidez con la cual lo que pasó cambió como nos sentimos. Ejemplos de ello son cuando cambiamos nuestras emociones escuchando una canción determinada, o nos conectamos con un sueño, o pensamos en nuestros hijos, o la simple sonrisa de una persona nos hace sonreír también, y ya nos sentimos diferentes.
Resulta fácil ese cambio, siempre y cuando no nos permitamos quedarnos en una emocionalidad que no nos es beneficiosa.
Tomemos como ejemplo una conversación, con una persona tóxica, que nos ha dejado algo desalentados respecto a un proyecto. Si en ese momento, no podemos separar que esa es solo la opinión de una persona y no una verdad. Si, en lugar quizás de tomar lo que escuchamos para –por ejemplo- tomar ciertas medidas y ser más cautelosos con nuestro proyecto, nos desanimamos.
Corremos el riesgo de que esa emoción se quede instalada y pasemos entonces de una emoción a un estado de ánimo.
En este sentido, es bueno que recordemos dos cosas:
Que las emociones son disposiciones para la acción. Entonces permanecer en ciertas emociones, no nos predispone ni nos acerca a lo que queremos lograr. En el caso del que hablábamos, si no cambiamos esa emoción en la que quedamos tras la charla podría ser que no nos sintamos motivados con nuestro proyecto y por tanto, no hagamos nada para avanzar en él.
Que de permanecer más tiempo del aconsejable en una emoción podemos vernos inmersos en un estado de ánimo poco propicio y entonces todo se verá teñido por el estado de ánimo en cuestión.
“Tome control de sus emociones de manera consistente; y conscientemente y deliberadamente transforme las experiencias de su vida diaria”
Anthony Robbins
Por eso, frente a determinadas emociones –como en el caso que comentaba- es útil propiciar un cambio de emocionalidad de modo que nos predisponga de un modo productivo.
Aun cuando aquello que disparó nuestra emoción tenga un fundamento, siempre podemos elegir cómo pararnos –salvo en casos extremos, claro está. Tener control sobre nuestras emociones es un paso fundamental para tomar el control de la persona que uno quiere ser y para crear la vida que uno quiere.
No es posible llegar a buen puerto cuando dejamos que nuestras emociones nos mantengan en un sube y baja. Nosotros podemos elegir en qué emocionalidad estar. Una pregunta que me he hecho muchas veces es ¿Estar en este emoción me aporta? Y si la respuesta es no, entonces hago lo necesario para cambiar la emocionalidad.
A veces, basta solo cambiar la mirada…correrla de la imposibilidad a la posibilidad, de lo que falta a lo que hay, de lo que no se puede a lo que sí…
“Cada uno de nosotros es su propio clima, determina el color del cielo dentro del universo emocional en el que habita”
Fulton Sheen
Muchas gracias por leerme
Un abrazo
Cristina
P.D. En otras newsletters hablaremos de la importancia de ahondar en lo que cada emoción nos está avisando…